20 febrero, 2008

Un retrato del Cristo (O, cómo era Jesús??) 10ª parte

Asi es la cosa.

Ahora bien, las afirmaciones de Jesús acerca de sí mismo (Yo y el Padre somos uno; tengo el poder de perdonar pecados; reconstruiré el templo en tres días) no tenían precedente alguno y le causaron un montón de problemas. De hecho, sus enseñanzas estaban tan "entrelazadas" con su persona que, cuando murió, los discipulos pensaron que todo se había acabado. Fue necesaria la resurreción para convertir al proclamador de la verdad en el proclamado.

Si uds. y yo nos ponemos al medio de la multitud del tiempo de Jesús, como alguien que busca con sinceridad, cautivado por este rabino, pero tratando de mantenernos "imparciales", creo que podríamos identificar a ciertas agrupaciones de espectadores que seguían a Jesús. Veamos:

Los más alejados, en el círculo exterior, son los mirones (los infaltables sapos), los curiosos y otros que, como en este caso nosotros, estamos tratando de descifrar a Jesús. Saben? a veces pienso que la misma multitud de alguna manera protegía a Jesús, ya que sus enemigos no se atrevían a detenerlo ("el mundo se va tras él") sobre todo en los primeros tiempos. Los patriotas judíos también lo rondaban, deseosos que Jesús anunciara una revuelta contra Roma. Sin embargo, Jesús no pescó mucho a este grupillo periférico. Igual les predica, y esto lo diferencia de los maestros esenios y de otras sectas, que reservaban sus reuniones solo para los "iniciados".

Un poco más cerca, vemos a un grupo compuesto más menos por un centenar de seguidores sinceros. Creo que muchos de ellos se le han unido después del arresto de Juan el Bautista. Como Jesús no es muy amigo de la "popularidad", dirige sus comentarios no a las masas sino a los que buscan de verdad. CONSTANTEMENTE LOS EMPUJA A UN NIVEL MÁS PROFUNDO DE COMPROMISO, con palabras vigorosas que los ponen en una encrucijada. No pueden servir a dos señores, dice. Olvídense del amor al dinero y de los placeres que el mundo ofrece. Niéguense a sí mismos. Sirvan a otros. Tomen la cruz.

Tomen la cruz... He predicado sobre esta última frase en varias oportunidades, he expuesto sobre su fuerte significado espiritual, pero ¿Qué entendieron los que la escucharon esa vez? P. Yancey nos da una manito: "Junto a los caminos de Palestina, los romanos acostumbraban a crucificar a los peores delincuentes como una lección práctica para los judíos". ¿Qué imagen pasaba por la mente de sus seguidores cuando Jesús les hacía esta "invitación"? ¿Era acaso para marchar al frente de una procesión de mártires? Yo cacho que sí... varias veces Jesús repite esta frase paradojal: "El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará". Si, algunos ya saben lo que voy a poner aquí: Esa onda.

"Sí llu tumorrou"

Gonzalo.