07 abril, 2020

Estad quietos.


Estad quietos, y conoced que yo soy Dios. 
Salmo 46.10

En esta era de tanto ruido. De tanto quehacer…
Dónde podemos encontrar paz?
La respuesta es una sola: Hallamos paz en la presencia del Señor. También le llamamos oración. La oración es un diálogo, no un monólogo.

Jesús vino para darnos vida y para que la viviéramos en abundancia, pero ¿Cómo podemos experimentar la abundancia si no aprendemos a reposar?
Creo que necesitamos detenernos, para entablar y entender realmente qué es una relación con Dios.
Deseo plantearles, una herramienta. Un ejercicio o disciplina espiritual, la contemplación, u oración contemplativa. Intentaré hacerlo. Dios me ayude.

En la contemplación no le decimos a Dios qué queremos, sino que a través de las Escrituras oímos la voz o la llamada de Dios en el corazón.

Al desarrollar la atención interna al murmullo de Dios, podemos experimentar su presencia todo el día.

Qué es la oración contemplativa
Equivale a escuchar. Es permanecer atentos. Cuando nuestros hijos nos hablan, a veces quisiéramos que pudieran escucharnos. Eso es la oración contemplativa. Hablar menos, oír más.

Nicolás Grou, un místico inglés del siglo 18, dijo: “Divino maestro, enséñame ese lenguaje mudo, que dice tanto”.

Es una idea muy sencilla, ¿no es cierto? Le prestamos atención a Dios. Dios está interesado en nosotros, en lo que tenemos que decir, nosotros aprendemos a interesarnos en lo que Dios tiene que decirnos.

Creo que debemos aprender a callar más y hablar menos en la oración.

Escuchar es detenernos, y preguntarle a Dios, ¿Qué opinas de mi vida? ¿Qué debo hacer? Y esa sola acción no es natural en nosotros. El hombre no acepta sentirse humilde y débil ante Dios.

Creo que desde la caída perdimos el apetito por escuchar a Dios en ese nivel. Y creo también que el apetito espiritual se nos despertaría de nuevo si acudiésemos a Él y lo escucháramos con humildad y le pidiéramos que nos hablara al corazón y dirigiera nuestra vida.

Lady Huntingdon dijo: “En este momento no queda en mi corazón una pizca de sed de aprobación. Me siento a solas con Dios. Él llena el vacío. No pido, no anhelo, no deseo nada que no sea Él. Dirigió mis pasos a una gran habitación. Me maravilla y me asombra que Dios haya conquistado todo mi interior con su amor”

Lo que describe es ese momento en que Dios te satisface tanto que si te susurrara “Pídeme lo que sea. Pídeme lo que sea, hijo mío, no serías capaz de pensar en nada que pedir… “Señor, te pido a Ti. Solo te quiero a Ti”. Esa es la esencia de la oración contemplativa.

Cuándo, dónde, cómo…
La oración contemplativa puede experimentarse en todo lugar, en grupos pequeños de personas, cuando estás solo, en la oficina, en todo tipo de situaciones.
Lees un pasaje de la Escritura, un pasaje sencillo, y simplemente confías en ese pasaje y permites que el Señor te enseñe.
Retomando el texto, “estad quietos…” Dios me pide (me manda) a que este quieto… no a que haga. Somos personas que nos gusta hacer y Dios quiere que estemos quietos. Esta quietud es más que algo físico. ¿Es mental, emocional? Creo que hay muchos niveles que debemos conocer aún.

Pero la segunda parte del texto nos dice “y sabed” o “conoced”. Estad quietos y conoced!! Conocer, creer, confiar…. En qué??!!! Noo. En quién!! Conoced que Yo soy el que Soy. Que Yo soy lo que necesitas, que soy silbo apacible, que soy paz, que soy tu provisión, que soy Dios. Yo te cuido, tengo la situación en la palma de mi mano.

No sé qué ocurrirá mañana… pero sé quién rige el mañana. Si estoy quieto y conozco quién es Dios, debo aceptar que no tengo alternativa.

Un breve panorama histórico:
Es interesante que incluso Aristóteles, el gran filósofo griego creyera que el mayor bien de la humanidad era la contemplación, pero él creía en la contemplación de la verdad, no de Dios. Aún así, fue una gran intuición, y los cristianos llegaron más tarde, pues la contemplación aristotélica no fue de mucha utilidad para la gente.

Agustín de Hipona, por ejemplo, corrigió a Aristóteles y nos enseñó que había que contemplar a Dios, porque Él es el único bien último y elevamos nuestra mente y corazón hacia Él a través de Cristo. Eso nos proporciona la alegría de vivir.

Me conmueve la vida de Agustín, pues batalló con Dios mucho tiempo y Dios lo persiguió y finalmente lo alcanzó… Yo quiero ser así, pensé hace poco. Cuando Dios me persiga quiero que me alcance. Si lo hizo con Agustín, lo puede hacer conmigo. Agustín conoció el amor terrible y apasionado de Dios. El Dios que ama a sus criaturas con amor eterno, para recoger todos sus pedazos y volver a unirlos.

Kierkegaard, quizá la mente protestante más brillante de la historia, dijo alguna vez, y está en la última página de su diario: “si pudiera prescribir un remedio para los males del mundo moderno, este sería el silencio. Pues aunque la Palabra de Dios se proclamara, no podría oírse; hay demasiado ruido”.

Empieza por el silencio.
El ministerio de Jesús nació de su tiempo a solas con el Padre. Esos preciosos momentos con el Padre le dan la fuerza, hasta para enfrentar el Calvario.
Hermanos, las tensiones que vivimos son tan invasivas, que comenzamos a creer que no somos más que eso. Que tienen el poder de definir quiénes somos y cómo vivimos. Debemos aprender a desear la unidad con Dios que trasciende estas cosas.

La necesidad de la Oración Contemplativa
Necesitamos detenernos.
La Palabra de Dios es tan clara que si no estamos quietos ante Él, nunca sabremos realmente en nuestro interior, que Él es Dios. Tiene que haber quietud; tenemos que sentarnos frente a él (Marta y María) y reconocer que es Él. En nuestra cultura hay un déficit atencional enorme y por otro lado estamos tan excesivamente estimulados mediante imágenes que cambian sin cesar que si no tenemos cuidado perderemos el arte de la meditación, de sentarnos frente a Dios, a Su Palabra y conocer su paz, de saber que él tiene el control, que nada ocurre que no pase por su mano soberana y que Él es Dios en su Trono.

La maravilla de la oración contemplativa
Creo en orar con las Escrituras. Creo en orar las Escrituras. Y la maravilla de esto es que la podemos encontrar en cualquier lugar y a cualquier hora. Nos convertimos en un santuario portátil de modo que vivimos nuestra vida dondequiera que sea conscientes de la bondad de Dios, de la presencia de Dios.

Si ha habido una época en que la iglesia necesita practicar la soledad y el silencio, es ésta. Esta es la era de la información y me encanta. Me gusta la tecnología y las enormes oportunidades que nos brinda. Sin embargo, también nos llegan cada día cientos de mensajes, de correos electrónicos. Estamos conectados con una red mundial, tenemos celulares que hacen casi de todo. Estemos donde estemos, alguien puede comunicarse con nosotros. Y esos son recursos magníficos, pero en medio de todo esto, sino nos detenemos, sino practicamos el silencio y estamos a solas con Dios, todo esto nos termina consumiendo. Y así, no tienes energía para la gente a la que quieres servir como pastor, músico, padre, madre, etc.

Escuchar a Dios nos libra de la tiranía de lo urgente para dar paso a lo importante. ¿Es Dios quien gobierna tu agenda, querido hermano, amigo, pastor? ¿O gastamos todo nuestro tiempo y energía en “hacer lo que tenemos que hacer” y terminar fundidos cada año, anhelando vacaciones que nos cansan aún más?

¿Viviría Jesús al ritmo nuestro? No lo creo. Creo que se negaría por que no podría tomar su tiempo para tener comunión con el Padre. Y creo que es muy sano y necesario preguntarnos por qué vivimos a este ritmo.
El silencio es algo tan radical e implica que renuncias a controlar la situación, creo que tendría un tremendo impacto en nuestras iglesias. En nuestros cultos, en reuniones de todo tipo. Supongamos que practicamos el silencio en nuestras reuniones, no solo en los cultos, en nuestros comités, presbiterios, consistorios…. Quizás no sentiríamos que tenemos que controlarlo todo. Que, una vez más, Dios tiene el control.

El salmo 107 dice: “Envió su palabra y los sanó” Creo que eso Dios hizo (y está haciendo) conmigo. Este es otro motivo para contemplar lo que dice; para darle tiempo de sanarnos. Deje que Dios le hable, siéntese, absorba. Dejemos que Su palabra penetre en los lugares donde tenemos el corazón roto, donde el alma tiene heridas. Si oramos y leemos rápidamente y no pensamos en lo que oímos no recibimos los efectos curativos de la Palabra de Dios. Si nos detenemos, renovará nuestra mente y nuestras fuerzas. Hasta nuestra salud se ve beneficiada. (aunque que siendo buena y necesaria, puede llegar a ser un verdadero ídolo, con todos sus centros, clínicas especializadas, planes y programas, gimnasios etc, Todos queremos estar sanos. Pero tarde o temprano, ese énfasis se agota: envejecemos. Cuando somos viejos ya no estamos tan sanos)

Pero seguimos siendo habitación del Espíritu si nuestra visión de Dios está bien enfocada, lo vemos en el cielo como sus hijos que somos, esperando estar en su presencia, en plena salud espiritual: la santidad.

Miedo al silencio
“No me gusta el silencio porque me hace enfrentarme a mí mismo”. Escuché por ahí.
La verdad es que nos enfrenta con la voz de Dios que nos revela cosas que deben cambiarse o reordenarse.

Me temo que si el silencio es la condición, mucha gente no va a emprender la experiencia. Es difícil conseguir que la gente guarde silencio. Creo que se debe a que, en el silencio, realmente renunciamos al control que tenemos sobre las apariencias. Una de las cosas que hacemos al hablar es modificar nuestra apariencia. Y dejar eso de lado, es un gran paso.  Pero lo cierto es que el silencio es una de las grandes disciplinas espirituales, y no llegaremos muy lejos en la contemplación a menos que aprendamos a callarnos.

La meditación cristiana es la práctica de estar en la presencia de Dios. Su objetivo es buscar solo a Dios.
La meditación, en la Biblia, significa reflexionar sobre una verdad bíblica, para que Dios nos hable a través de las Escrituras.

Diferencias
En la meditación cristiana no escapamos del mundo. Es una huida hacia algo y hacia alguien. Es una oportunidad de detenerse, de alejarse del mundo. Es una oportunidad para acercarse a Dios y relacionarse con Él.

Las tradiciones orientales hablan de la pérdida del ser, la individualidad se disuelve. Y eso, resolvería el problema del deseo y la pasión, que desde esa perspectiva es la maldición de la vida humana.

La enseñanza judeo cristiana nos dicen que se preserva la individualidad, de hecho Dios nos creó como individuos. Y no enseña la desaparición del deseo, sino el predominio del amor.

La meditación pagana… es un suicidio elegante. Es muda y sorda. Te vacías….. te encuentras con la nada. Solo… y no es bueno que el hombre esté solo!!
En la meditación cristiana…. Te llenas de Dios, con ese que te dice te perdono, te sustento, te doy vida.

En fin…
Esa es la diferencia. La meditación verdadera. No solo hablamos con nuestro fuero interno. No es solo un proceso mental positivo… ORAMOS AL DIOS DEL UNIVERSO, AL REY DE TODA LA CREACIÓN, AL ABBA PADRE, CON ÉL ESTAMOS HABLANDO.
Cuando sé que estoy hablando con el único que puede cambiar mis circunstancias, que puede cambiar mi corazón… mi actitud se va transformando. No solo estoy ordenando mis pensamientos.. HABLO CON ALGUIEN Y ESE ALGUIEN ES EL DIOS DEL UNIVERSO.
A ÉL CONTEMPLO. A ÉL ORO. A ÉL ESCUCHO.
Y LA VOZ DE DIOS ES SIEMPRE CONGRUENTE CON LA MANERA EN LA QUE DIOS NOS HABLÓ EN EL PASADO.

Así las Escrituras se convierten en un medio fundamental para oír y entender lo que Dios nos habla hoy.

Toda la Escritura es inspirada por Dios. Eso significa que cada palabra salió directamente de la boca de Dios. Y lo que debemos recordar hoy y siempre cuando leemos las Escrituras es que aún conservan el calor del aliento de Dios. Si separamos la Palabra de Dios de Su boca… no tenemos más que un libro. La Escritura es distinta, es la Palabra que él pronunció, por tanto su aliento es fresco. Y como es eterna, el tiempo no la puede alterar. Sigue siendo tan fresca como el día en que Dios la pronunció.
Hebreos 4.12

Es fascinante. Dice que cuando Dios me habla eso es lo que hace; cuando decidió poner Sus palabras en papel, lo hizo para nosotros, no para oír su propia voz. Así Dios aseguró de que Su pueblo escuchara Su voz en cualquier momento. Cuando alguien me dice que no oye a Dios, que Dios no les dice nada…. 

Y tu Biblia, así te habla.
CALLA, ESCUCHA, CONTEMPLA, VIVE.
HABACUC 2.2O