Estad quietos, y conoced que yo soy
Dios.
Salmo 46.10
En esta era
de tanto ruido. De tanto quehacer…
Dónde
podemos encontrar paz?
La respuesta
es una sola: Hallamos paz en la presencia del Señor. También le llamamos
oración. La oración es un diálogo, no un monólogo.
Jesús vino
para darnos vida y para que la viviéramos en abundancia, pero ¿Cómo podemos
experimentar la abundancia si no aprendemos a reposar?
Creo que
necesitamos detenernos, para entablar y entender realmente qué es una relación
con Dios.
Deseo
plantearles, una herramienta. Un ejercicio o disciplina espiritual, la
contemplación, u oración contemplativa. Intentaré hacerlo. Dios me ayude.
En la
contemplación no le decimos a Dios qué queremos, sino que a través de las
Escrituras oímos la voz o la llamada de Dios en el corazón.
Al
desarrollar la atención interna al murmullo de Dios, podemos experimentar su
presencia todo el día.
Qué es la oración contemplativa
Equivale a
escuchar. Es permanecer atentos. Cuando nuestros hijos nos hablan, a veces
quisiéramos que pudieran escucharnos. Eso es la oración contemplativa. Hablar
menos, oír más.
Nicolás
Grou, un místico inglés del siglo 18, dijo: “Divino maestro, enséñame ese
lenguaje mudo, que dice tanto”.
Es una idea
muy sencilla, ¿no es cierto? Le prestamos atención a Dios. Dios está interesado
en nosotros, en lo que tenemos que decir, nosotros aprendemos a interesarnos en
lo que Dios tiene que decirnos.
Creo que
debemos aprender a callar más y hablar menos en la oración.
Escuchar es
detenernos, y preguntarle a Dios, ¿Qué opinas de mi vida? ¿Qué debo hacer? Y
esa sola acción no es natural en nosotros. El hombre no acepta sentirse humilde
y débil ante Dios.
Creo que desde la caída perdimos el apetito por
escuchar a Dios en ese nivel. Y creo también que el apetito espiritual se nos
despertaría de nuevo si acudiésemos a Él y lo escucháramos con humildad y le
pidiéramos que nos hablara al corazón y dirigiera nuestra vida.
Lady
Huntingdon dijo: “En este momento no
queda en mi corazón una pizca de sed de aprobación. Me siento a solas con Dios.
Él llena el vacío. No pido, no anhelo, no deseo nada que no sea Él. Dirigió mis
pasos a una gran habitación. Me maravilla y me asombra que Dios haya
conquistado todo mi interior con su amor”
Lo que describe
es ese momento en que Dios te satisface tanto que si te susurrara “Pídeme lo
que sea. Pídeme lo que sea, hijo mío, no serías capaz de pensar en nada que
pedir… “Señor, te pido a Ti. Solo te quiero a Ti”. Esa es la esencia de la
oración contemplativa.
Cuándo, dónde, cómo…
La oración
contemplativa puede experimentarse en todo lugar, en grupos pequeños de
personas, cuando estás solo, en la oficina, en todo tipo de situaciones.
Lees un
pasaje de la Escritura, un pasaje sencillo, y simplemente confías en ese pasaje
y permites que el Señor te enseñe.
Retomando el
texto, “estad quietos…” Dios me pide (me manda) a que este quieto… no a que
haga. Somos personas que nos gusta hacer y Dios quiere que estemos quietos.
Esta quietud es más que algo físico. ¿Es mental, emocional? Creo que hay muchos
niveles que debemos conocer aún.
Pero la
segunda parte del texto nos dice “y sabed” o “conoced”. Estad quietos y
conoced!! Conocer, creer, confiar…. En qué??!!! Noo. En quién!! Conoced que Yo soy el que Soy. Que
Yo soy lo que necesitas, que soy silbo apacible, que soy paz, que soy tu
provisión, que soy Dios. Yo te cuido, tengo la situación en
la palma de mi mano.
No sé qué
ocurrirá mañana… pero sé quién rige el mañana. Si estoy quieto y conozco quién
es Dios, debo aceptar que no tengo alternativa.
Un breve panorama histórico:
Es
interesante que incluso Aristóteles, el gran filósofo griego creyera que el
mayor bien de la humanidad era la contemplación, pero él creía en la
contemplación de la verdad, no de Dios. Aún así, fue una gran intuición, y los
cristianos llegaron más tarde, pues la contemplación aristotélica no fue de
mucha utilidad para la gente.
Agustín de
Hipona, por ejemplo, corrigió a Aristóteles y nos enseñó que había que
contemplar a Dios, porque Él es el único bien último y elevamos nuestra mente y
corazón hacia Él a través de Cristo. Eso nos proporciona la alegría de vivir.
Me conmueve
la vida de Agustín, pues batalló con Dios mucho tiempo y Dios lo persiguió y
finalmente lo alcanzó… Yo quiero ser así, pensé hace poco. Cuando Dios me
persiga quiero que me alcance. Si lo hizo con Agustín, lo puede hacer conmigo.
Agustín conoció el amor terrible y apasionado de Dios. El Dios que ama a sus
criaturas con amor eterno, para recoger todos sus pedazos y volver a unirlos.
Kierkegaard,
quizá la mente protestante más brillante de la historia, dijo alguna vez, y
está en la última página de su diario: “si pudiera prescribir un remedio para
los males del mundo moderno, este sería el silencio. Pues aunque la Palabra de
Dios se proclamara, no podría oírse; hay demasiado ruido”.
Empieza por el silencio.
El
ministerio de Jesús nació de su tiempo a solas con el Padre. Esos preciosos
momentos con el Padre le dan la fuerza, hasta para enfrentar el Calvario.
Hermanos, las
tensiones que vivimos son tan invasivas, que comenzamos a creer que no somos
más que eso. Que tienen el poder de definir quiénes somos y cómo vivimos.
Debemos aprender a desear la unidad con Dios que trasciende estas cosas.
La necesidad de la Oración Contemplativa
Necesitamos
detenernos.
La Palabra
de Dios es tan clara que si no estamos quietos ante Él, nunca sabremos
realmente en nuestro interior, que Él es Dios. Tiene que haber quietud; tenemos
que sentarnos frente a él (Marta y María) y reconocer que es Él. En nuestra
cultura hay un déficit atencional enorme y por otro lado estamos tan
excesivamente estimulados mediante imágenes que cambian sin cesar que si no
tenemos cuidado perderemos el arte de la meditación, de sentarnos frente a
Dios, a Su Palabra y conocer su paz, de saber que él tiene el control, que nada
ocurre que no pase por su mano soberana y que Él es Dios en su Trono.
La maravilla de la oración
contemplativa
Creo en orar
con las Escrituras. Creo en orar las Escrituras. Y la maravilla de esto es que
la podemos encontrar en cualquier lugar y a cualquier hora. Nos convertimos en
un santuario portátil de modo que vivimos nuestra vida dondequiera que sea
conscientes de la bondad de Dios, de la presencia de Dios.
Si ha habido
una época en que la iglesia necesita practicar la soledad y el silencio, es
ésta. Esta es la era de la información y me encanta. Me gusta la tecnología y
las enormes oportunidades que nos brinda. Sin embargo, también nos llegan cada
día cientos de mensajes, de correos electrónicos. Estamos conectados con una
red mundial, tenemos celulares que hacen casi de todo. Estemos donde estemos,
alguien puede comunicarse con nosotros. Y esos son recursos magníficos, pero en
medio de todo esto, sino nos detenemos, sino practicamos el silencio y estamos
a solas con Dios, todo esto nos termina consumiendo. Y así, no tienes energía
para la gente a la que quieres servir como pastor, músico, padre, madre, etc.
Escuchar a
Dios nos libra de la tiranía de lo urgente para dar paso a lo importante. ¿Es
Dios quien gobierna tu agenda, querido hermano, amigo, pastor? ¿O gastamos todo
nuestro tiempo y energía en “hacer lo que tenemos que hacer” y terminar
fundidos cada año, anhelando vacaciones que nos cansan aún más?
¿Viviría Jesús
al ritmo nuestro? No lo creo. Creo que se negaría por que no podría tomar su
tiempo para tener comunión con el Padre. Y creo que es muy sano y necesario
preguntarnos por qué vivimos a este ritmo.
El silencio
es algo tan radical e implica que renuncias a controlar la situación, creo que
tendría un tremendo impacto en nuestras iglesias. En nuestros cultos, en
reuniones de todo tipo. Supongamos que practicamos el silencio en nuestras
reuniones, no solo en los cultos, en nuestros comités, presbiterios, consistorios….
Quizás no sentiríamos que tenemos que controlarlo todo. Que, una vez más, Dios
tiene el control.
El salmo 107
dice: “Envió su palabra y los sanó” Creo que eso Dios hizo (y está haciendo)
conmigo. Este es otro motivo para contemplar lo que dice; para darle tiempo de
sanarnos. Deje que Dios le hable, siéntese, absorba. Dejemos que Su palabra
penetre en los lugares donde tenemos el corazón roto, donde el alma tiene
heridas. Si oramos y leemos rápidamente y no pensamos en lo que oímos no
recibimos los efectos curativos de la Palabra de Dios. Si nos detenemos,
renovará nuestra mente y nuestras fuerzas. Hasta nuestra salud se ve
beneficiada. (aunque que siendo buena y necesaria, puede llegar a ser un
verdadero ídolo, con todos sus centros, clínicas especializadas, planes y
programas, gimnasios etc, Todos queremos estar sanos. Pero tarde o temprano,
ese énfasis se agota: envejecemos. Cuando somos viejos ya no estamos tan sanos)
Pero seguimos siendo habitación del Espíritu si nuestra visión de Dios está
bien enfocada, lo vemos en el cielo como sus hijos que somos, esperando estar
en su presencia, en plena salud espiritual: la santidad.
Miedo al silencio
“No me gusta
el silencio porque me hace enfrentarme a mí mismo”. Escuché por ahí.
La verdad es
que nos enfrenta con la voz de Dios que nos revela cosas que deben cambiarse o
reordenarse.
Me temo que
si el silencio es la condición, mucha gente no va a emprender la experiencia.
Es difícil conseguir que la gente guarde silencio. Creo que se debe a que, en el
silencio, realmente renunciamos al control que tenemos sobre las apariencias.
Una de las cosas que hacemos al hablar es modificar nuestra apariencia. Y dejar
eso de lado, es un gran paso. Pero lo
cierto es que el silencio es una de las grandes disciplinas espirituales, y no
llegaremos muy lejos en la contemplación a menos que aprendamos a callarnos.
La
meditación cristiana es la práctica de estar en la presencia de Dios. Su
objetivo es buscar solo a Dios.
La
meditación, en la Biblia, significa reflexionar sobre una verdad bíblica, para
que Dios nos hable a través de las Escrituras.
Diferencias
En la
meditación cristiana no escapamos del mundo. Es una huida hacia algo y hacia
alguien. Es una oportunidad de detenerse, de alejarse del mundo. Es una
oportunidad para acercarse a Dios y relacionarse con Él.
Las
tradiciones orientales hablan de la pérdida del ser, la individualidad se
disuelve. Y eso, resolvería el problema del deseo y la pasión, que desde esa
perspectiva es la maldición de la vida humana.
La enseñanza
judeo cristiana nos dicen que se preserva la individualidad, de hecho Dios nos
creó como individuos. Y no enseña la desaparición del deseo, sino el predominio
del amor.
La meditación
pagana… es un suicidio elegante. Es muda y sorda. Te vacías….. te encuentras
con la nada. Solo… y no es bueno que el hombre esté solo!!
En la meditación
cristiana…. Te llenas de Dios, con ese que te dice te perdono, te sustento, te
doy vida.
En fin…
Esa es la
diferencia. La meditación verdadera. No solo hablamos con nuestro fuero
interno. No es solo un proceso mental positivo… ORAMOS AL DIOS DEL UNIVERSO, AL
REY DE TODA LA CREACIÓN, AL ABBA PADRE, CON ÉL ESTAMOS HABLANDO.
Cuando sé
que estoy hablando con el único que puede cambiar mis circunstancias, que puede
cambiar mi corazón… mi actitud se va transformando. No solo estoy ordenando mis
pensamientos.. HABLO CON ALGUIEN Y ESE ALGUIEN ES EL DIOS DEL UNIVERSO.
A ÉL
CONTEMPLO. A ÉL ORO. A ÉL ESCUCHO.
Y LA VOZ DE
DIOS ES SIEMPRE CONGRUENTE CON LA MANERA EN LA QUE DIOS NOS HABLÓ EN EL PASADO.
Así las
Escrituras se convierten en un medio fundamental para oír y entender lo que
Dios nos habla hoy.
Toda la
Escritura es inspirada por Dios. Eso significa que cada palabra salió
directamente de la boca de Dios. Y lo que debemos recordar hoy y siempre cuando
leemos las Escrituras es que aún conservan el calor del aliento de Dios. Si
separamos la Palabra de Dios de Su boca… no tenemos más que un libro. La
Escritura es distinta, es la Palabra que él pronunció, por tanto su aliento es
fresco. Y como es eterna, el tiempo no la puede alterar. Sigue siendo tan
fresca como el día en que Dios la pronunció.
Hebreos 4.12
Es
fascinante. Dice que cuando Dios me habla eso es lo que hace; cuando decidió
poner Sus palabras en papel, lo hizo para nosotros, no para oír su propia voz.
Así Dios aseguró de que Su pueblo escuchara Su voz en cualquier momento. Cuando
alguien me dice que no oye a Dios, que Dios no les dice nada….
Y tu Biblia, así
te habla.
CALLA,
ESCUCHA, CONTEMPLA, VIVE.
HABACUC 2.2O