14 diciembre, 2007

Navidad, ... 3º parte. Aspectos Históricos y algo oscuros.

Mateo Ricci era un Jesuíta (calma, calma, que no panda el cúnico) que fue a China en el siglo XVI. Se le ocurrió la flamante idea de llevar ejemplares de arte religioso para ilustrar la enseñanza cristiana ante personas que nunca antes la habían oído. Los chinos quedaron encantados con los retratos de la virgen María con su hijo en brazos, pero cuando les mostró cuadros de la crucifixión y trató de explicarles que, cuando el niño llegó a adulto lo crucificaron, los chinos sintieron repugnancia y horror. Prefirieron mucho más a la virgen e insistieron en rendirle culto a ella y no al Dios crucificado.

Al ver las tarjetas de navidad, me temo que en los países cristianos hacemos los mismo. Celebramos una festividad "blanda", domesticada, libre de cualquier escándalo. Sobre todo, se elimina, mejor dicho, eliminamos de ella cualquier recordatorio de que LO QUE COMENZÓ EN BELÉN TERMINÓ EN EL CALVARIO.

En los dos relatos sobre el nacimiento (Mateo y Lucas) solo una persona, parece que tenía la película clara sobre lo que estaba comenzando: El viejito Simeón. Éste reconoció al niño como el Mesías, comprendió "instintivamente" que iban a producirse conflictos: "Éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha..." luego hizo una predicción de que una espada atravesaría el alma de María. De alguna manera Simeón cachó que, aunque fisicamente poco había cambiado (Herodes seguía gobernando, Roma aplastaba a los judíos patriotas, Jerusalén estaba llena de mendigos), TODO HABÍA CAMBIADO. HABÍA LLEGADO UNA NUEVA FUERZA QUE REMECERÍA LOS PODERES DEL MUNDO.

Ahora bien, en un principio, Jesús estuvo lejos de parecer una amenaza para esos poderes. Había nacido bajo César Augusto, cuando la esperanza soplaba por todo el imperio romano. Más que ningún otro gobernante, Augusto elevó las espectativas en cuanto a lo que podía lograr un líder y a lo que la sociedad podía alcanzar. Fue Augusto quien primero tomó la palabra griega "Evangelio" o "Buenas Nuevas" (Bashar!!) para referirse al nuevo orden mundial establecido bajo su reinado. Roma lo proclamó dios y definió ritos para rendirle culto. Muchos creyeron que su régimen estable duraría para siempre, solucionando definitivamente el problema de gobierno.

Mientras tanto, en un oscuro rincón del imperio de Augusto, ningún historiador de la época le dió bola al nacimiento de un niño llamado Jesús. Sabemos de él sobre todo por medio de cuatro libros, escritos años después de su muerte, en un tiempo donde menos de la mitad del uno por ciento del mundo romano había oído hablar de él. Los biógrafos de Jesús también usaron la palabra Evangelio para proclamar una clase totalmente diferente de orden mundial. Solo mencionan a Augusto una vez, a modo de referencia pasajera para dejar clara la fecha de un censo que daría fe que Jesús iba a nacer en Belén.

Los primeros sucesos de la vida de Jesús, nos dan una suerte de "trailer" o avance de la lucha que estaba comenzando. Herodes el Grande, rey de los judíos, imponía la ley romana a nivel local y, por esas ironías de la historia, sabemos de Herodes principalmente por la masacre de los inocentes (Algunos predicadores hablan de los miles de niños que Herodes mató, cosa bastante incierta, pero no menos mala).
Nunca he visto una tarjeta de navidad que presente este acto de terrorismo de estado, aunque también fue parte de la venida de Jesús. Si bien es cierto que la historia "secular" no menciona esta atrocidad, nadie que sepa algo de la vida de Herodes dudaría de esto. Mató a dos cuñados, a su esposa Mariamne, a dos de sus propios hijos. Cinco días antes de su muerte, decretó el arresto de muchos ciudadanos y mandó a que los ejecutaran en el día de su muerte, para que hubiese un ambiente de luto en todo el país. Un déspota de tomo y lomo. Era raro que pasara un día, sin que se ejecutara a alguien. Se puede ver la matanza de los niños como un claro acto político, para "mantener la estabilidad"

Hay un libro llamado "Mientras tanto" de W. H Auden. Este autor se mete en la mente de Herodes mientra pensaba detalles de la matanza:

Hoy ha sido uno de esos días de invierno perfecto,
fríos, brillantes, totalmente en calma,
cuando el ladrido del perro
se oye a kilómetros de distancia,
y las enormes montañas se aproximan a los muros de la ciudad.
La mente se siente intensamente despierta,
y esta noche, de pie junto a la ventana,
no hay nada, pero nada que me indique
que el Imperio se ve amenazado
por un peligro mucho más espantoso
que cualquier invasión extranjera,
o una conspiración de la guardia pretoriana...
Ay de mí, ¿por qué ese condenado niño no pudo haber nacido en otro lugar?
Así llegó Jesús el Cristo a este mundo en medio de conflictos y terror.
(No muy alegre el capítulo de hoy, pero en fin...)
Continuará.
Gracia y Paz.
Gonzalo.