En tiempos de Jesús, el tratamiento de los odres viejos para renovarlos era un proceso importante para mantener la funcionalidad de estos recipientes de cuero utilizados para almacenar líquidos como agua y vino. Los odres viejos se volvían rígidos y propensos a agrietarse con el tiempo, por lo que necesitaban ser renovados.
El proceso general de renovación de odres viejos involucraba varios pasos:
Limpieza: Se comenzaba por limpiar minuciosamente el odre viejo, eliminando cualquier residuo o impureza que pudiera quedar en su interior. Esto se hacía con agua y, a veces, arena o piedras para frotar y raspar el interior.
Remojo: Luego, el odre se sumergía en agua durante un período de tiempo para ablandar el cuero y hacerlo más maleable. Esto podía tomar varios días o incluso semanas, dependiendo del estado del odre.
Raspar y limpiar: Después del remojo, se raspaba el interior del odre nuevamente para eliminar cualquier material indeseado que hubiera quedado en el cuero. Este proceso aseguraba que el interior estuviera limpio y apto para su uso.
Tratamiento con aceite: Para evitar que el cuero se secara y se volviera quebradizo nuevamente, se aplicaba aceite de oliva o algún otro aceite vegetal al interior y al exterior del odre. Esto ayudaba a mantener la flexibilidad del cuero y prevenir futuras grietas.
Almacenamiento y secado: Una vez tratado con aceite, el odre se dejaba secar al sol. El proceso de secado podía llevar un tiempo, y se aseguraba de que estuviera completamente seco antes de volver a utilizarlo.
Si hombres como usted y yo podían trabajar y renovar estos viejos recipientes de cuero... ¿Podrá Dios renovarnos a través de su Palabra y su Espíritu?
Buenas noches.