La tradición parte como algo bueno. El paso del tiempo la va confirmando. Sin embargo, como hijos de Dios, somos llamados a revisar nuestras tradiciones, por más arraigadas que estas estén, a la luz de la Palabra de Dios. Si no concuerdan, es la tradición la que debe ser desechada.
Tal como ocurrió con la serpiente de bronce en el AT.
Tal como en la reforma protestante.
Dios nos ayude.