Texto: Mateo 6.10
Cuando leemos este texto sobre la oración, vemos que Jesús mismo nos dejó un modelo. En esta porción podemos ‘leer entre líneas’ que Dios nos dice que él es nuestro Padre que nos amó tanto que dio a su único Hijo para que todo aquel que en el cree, no se pierda mas tenga vida eterna. Muchos se quedan hasta allí en el cristianismo. Jesús es su Salvador pero no su Señor!! Suena cuático pero cuando oramos. . . venga tu reino, hágase tu voluntad, como en los cielos, así también en la tierra. . . le estamos haciendo una invitación a Dios para que sea nuestro Señor!!! A veces lo que habla nuestra lengua no concuerda con lo que “entendemos”. Muchas veces hacemos vanas repeticiones. Por lo tanto, es importante saber qué estamos diciendo al orar. Una declaración sin sentido no logra nada, pero cuando la lengua concuerdo con el Espíritu de Dios y declara con sinceridad y fe: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad”, se establece el rumbo correcto en la vida.
Estimo que hay cuatro puntos donde se debe pedir (y dejar) que Dios sea Señor.
1. En uno mismo (Santiago 5:16).
A menos que estemos individualmente en buenos términos con Dios, nuestra oración no será eficaz. Cuando oras “Venga tu reino. Hágase tu voluntad” estás pidiendo que el reino de Dios (su justicia, gozo y paz), se establezcan en tí y que su voluntad sea implantada diariamente en tu espíritu. Cada uno de nosotros necesita sabiduría y revelación divina para administrar correctamente nuestra casa, trabajo, recursos y etc. Es bueno invitar a Dios a que tome su lugar que le corresponde en el trono de nuestro corazón y a gobernar nuestro todo nuestro ser. Pidámosle a Dios que nos llene de habilidad, eficacia y poder. En las palabras de Judas “Edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo” (verso 20). Muchas veces no estamos dispuestos, o no tenemos tiempo, para quedarnos en la presencia de Dios hasta que esté fijado el curso para nuestro día, o mejor dicho, que estemos convecidos de parte de Dios de lo que tenemos que hacer. Salimos de la casa al trabajo a "tontas y a locas", apenas hemos orado o leído un "canapé de vida" .Esto es de mucha importancia, porque si Jesús no es Señor en uno mismo, menos podrá ser Señor en nuestra familia. Onofre?
A. Muchos hermanitos no entienden que el Señorío de Dios comienza en nuestro interior. El campo de batalla es la mente. En 1ª Corintios 10:3-6 Pablo nos da una buena explicación de esto. Aunque vivimos en la carne, nuestra lucha no es de la carne. Luchamos contra potestades del aire. Y el terreno que nuestro enemigo infiltra con frecuencia es la mente. Por lo tanto, debemos llevar nuestros pensamientos cautivos, o sea deliberadamente, con conciencia a la cruz de Cristo. No podemos evitar que el enemigo ponga pensamientos en nuestra mente, pero sí podemos evitar que se arraiguen allí. Cada momento, llevemos nuestro pensamiento al autor y consumador de nuestra fe. Dejando que él nos renueve cada día mientras nos transforma a su imagen. Esto no es magia. Como dijo mi hermano Iván Pizarro: Es un "ejercicio espiritual".
B. Si llevamos nuestro pensamiento a la obediencia a Cristo, nuestras acciones son el resultado de habernos sometido a la soberanía de Dios. Muchos dicen que debemos hacer buenas obras para obtener favor de Dios. En realidad, hacemos buenas obras PORQUE tenemos el favor de Dios (Juan 14:15). Somos salvos por gracia y por amor le obedecemos y cumplimos los mandamientos (Mateo 22:37-40). Al ser Dios Señor tuyo y mío, es fácil luego dejar que él sea Señor en nuestra familia.
2. En tu familia (1ª Timoteo 3:4 y 5)
Si eres es casado, ora por tu esposa. Ora pidiendo que la justicia, la paz y el gozo gobiernen la vida de matrimonio. Dí la declaración de fe: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad”, y ora por las necesidades de tu cónyuge hasta que el Espíritu te dé libertad para avanzar en la oración. Esto es esencial, porque si pierdes tu propia casa, tu servicio en la obra será estorbado. La esposa de un joven evangelista estaba a punto de dejarlo. Parecía que estaba más preocupado por su reputación y por su programa de reuniones que por ser solícito con su esposa y buscar la restauración de su matrimonio. Mientras se arrodillaba para orar por el gran servicio que quería llevar acabo, el Señor le preguntó que si pensaba que él le podría confiar su iglesia si no era capaz de cuida de su propia esposa. Le recordó que debía amarla como él amó a la iglesia. Nuestra familia debe tomar primer lugar en nuestra vida. Y dicho sea de paso, la familia consiste de ti mismo, tu cónyuge y tus hijos. Mamá, papá, hermanos, abuelos, tíos y sucesivamente, son familiares. Muchos han tratado de ganar a todo el mundo para Dios y han perdido a sus familias!!. Admiro un hombre que tiene éxito en el ministerio, pero mucho más admiro a un hombre cuyos hijos lo respetan y sirven a Dios instados por el ejemplo piadoso de un hombre de Dios. ¡Que Dios nos ayude para ganar primero a nuestras familias y luego al mundo! Presta atención a lo que el Espíritu Santo te dice respecto a tus hijos. Pide que “Venga el reino de Dios y se haga su voluntad” en sus vidas. (Claro, yo aún no tengo hijos, y suena fácil decirlo o escribirlo, pero me acabo de poner la soga al cogote, con lo escrito anteriormente. Así que cuando tenga hijos recuérdenme lo que acabo de escribir. Jeje) Si no eres casado, y vives con tus padres, la responsabilidad es de igual manera enorme. No dejes de orar por ellos, pero también habla con ellos, conversa, comparte. Pórtate bien!!!No te aísles, muéstrate como Jesús lo hizo con sus pares mientras caminó con nosotros, o sea intenta con todas tus fuerzas predicar con tu ejemplo, las palabras vendrán, en el momento que Dios lo disponga. Mantente atento.
3. En tu iglesia (Efesios 6:18)
Dirás que en la iglesia estamos muy seguros y que el enemigo no entra allí. Pues si piensas así, estás muy equivocado. Es que él es muy pillo y sólo busca a quien devorar. A los que tiene seguros no los molesta, es a los que están luchando y peleando la buena batalla de la fe a quienes molesta y acosa. Por lo tanto, debemos orar e interceder por la iglesia en detalle.
A. Ora por tu pastor. (Hebreos 13:7). Cuando ores por tu pastor, pídele a Dios que lo unja, que le hable y lo oriente. Que Dios le dé corazón de pastor para sus ovejas, que le dé sabiduría para escudriñar las escrituras y le haga un canal por el cual fluyan los dones y el poder del Espíritu Santo. Pide que Dios guarde a su familia y lo haga buen juez sobre su familia primero para que así pueda ministrar en el templo.
B. Ora por los líderes. Ora por ellos por nombre. Mientras estés orando, el Espíritu Santo te mostrará las necesidades específicas de cada uno. Ora pidiendo a Dios que los distintos grupos y organismos de la iglesia sean sanos. Ora que Dios les muestre cómo nutrirse por la comunión y fortalecerse por el evangelismo.
C. Pide por cada uno de los miembros (los que te recuerdes, por lo menos) que Dios les ayude a ser fieles a sus familias, Pide que el Espíritu Santo los mantenga en la casa de Dios para que produzcan fruto y ganen almas e intercedan por otros. Permítanme recordarles lo que George Barna encontró al hacer una encuesta de varias iglesias evangélicas en los estados unidos. Se encontró que el 60% de la población asiste a la iglesia por lo menos una vez al mes. De esos 65%, el 88% no lee la Biblia con regularidad, el 35% nunca leen la Biblia, el 75% no oran con regularidad, el 25% admite que nunca ora, el 60% nunca ofrenda para misiones, el 70% nunca asume responsabilidad en la congregación, el 85% nunca invita a una persona al templo, el 95% nunca han ganado un alma para Dios. El pastor ministra al 80% de la congregación y el 20% hace el trabajo. Los hermanos no conocen mucho de doctrina, no asisten a la escuela dominical, las iglesias no ofrecen clases sistemáticas de doctrina. ¿Necesitaremos orar por la iglesia de Cristo? La iglesia está en una decadencia espantosa y el diablo se goza por eso. ¡Es hora de despertar y buscar a Dios! ¡Es tiempo que entendamos cómo Jesús quería que oráramos! “Padre nuestro que estas en los cielos, santificados sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6:9-10).
D. Ora por los que han de unirse al cuerpo. Hagamos del pasaje de Isaías 43:5-7 una oración sincera: “No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré. Diré al norte: Da acá; y al sur: No te detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra, todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice”. No temas luchar por la cosecha. Habla de Cristo y de las buenas nuevas con cuantos puedas. No te avergüences del evangelio, porque es poder. (Romanos 1.16)
4. En tu país (1ª Timoteo 2:2)
Ora por los gobernantes, nacionales, estatales y de la ciudad. Ora que Dios les dé sabiduría para gobernar al pueblo. “Venga tu reino; hágase tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra”. Nosotros, la iglesia de Cristo, somos llamados a orar por nuestros líderes sean estos cristianos o no!!. Necesitamos orar para que Dios intervenga en la creación de las leyes del país, que hayan leyes justas y planes claros (Parece que al transantiago le faltó oración)
Conclusión:
Algunos cabros se acercan a mí y dicen que no pueden orar por mucho tiempo porque se les acaban las palabras. Yo digo, si ponemos atención a la manera y por lo que Jesús quería que oráramos, podríamos orar por lo menos 2 horas. Que Dios nos conmueva y nos enseñe a orar. Les invito a poner por obra la Palabra de Dios. Oremos. Si aún no tienes costumbre comienza por lo menos con 5 minutitos, qué son 5 minutos comparado con la hora que dura Lola, o Pelotón, o las noticias, o el tiempo que dedicas a internet? No es nada, verdad? Asi que vamos, comienza con 5 minutos y te aseguro que van a ir en aumento. Dios te ayudará.
Po´s ahí los vidrios!!
Gonzalo.