Estoy terminando de preparar el tema pa´compartir con los chiquillos que están en el retiro. El slogan del retiro es "Todo comienza con Dios". Vaya, vaya. Manso temita. Y mansa responsabilidad de compartir la Palabra. Dios me ayude y la Santísima Biblia...
Justo estaba leyendo el último capítulo del evangelio de Juan (21) y me encuentro con esta historia ..... Cual? se preguntará la manga de ignorantes.... la de las famosas tres preguntas de Jesús a Pedro.
Generalmente los predicadores hablan: Pedro esto, Pedro lo otro, que era desubicado, medio patudo, obsesivo compulsivo, hablaba primero y pensaba después, etc. Pobre Pedro, siempre termina trasquilao´ en la mayoría de las predicaciones.
Saben que más? admiro a Pedro. Un tipo con una sensibilidad y honestidad a todo trapo, valiente, sincero, buen predicador, líder, etc.
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah, pero negó al Señor!!!!!!
Sip. Igual que ustedes y yo un montón de veces.
(Por eso me gusta la Biblia, porque habla de gente común y silvestre, con las mismas trancas, con los mismos problemas, con las mismas mañas que nosotros.)
Sin embargo, Jesús tenía una conversación pendiente con él. No pa´retarlo, no pa´sacarle en cara, no pa´descalificarlo.......................... era para RESTAURARLO.
Loreen:
Juan 21 (NVI) (Mejor leamos el capítulo completo pa´cachar el contexto)
Jesús y la pesca milagrosa
1 Después de esto Jesús se apareció de nuevo a sus discípulos, junto al lago de Tiberíades.[a] Sucedió de esta manera:2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (al que apodaban el Gemelo[b]), Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos. 3 —Me voy a pescar —dijo Simón Pedro.
—Nos vamos contigo —contestaron ellos.
Salieron, pues, de allí y se embarcaron, pero esa noche no pescaron nada. 4 Al despuntar el alba Jesús se hizo presente en la orilla, pero los discípulos no se dieron cuenta de que era él. 5 —Muchachos, ¿no tienen algo de comer? —les preguntó Jesús.
—No —respondieron ellos. 6 —Tiren la red a la derecha de la barca, y pescarán algo.
Así lo hicieron, y era tal la cantidad de pescados que ya no podían sacar la red. 7 —¡Es el Señor! —dijo a Pedro el discípulo a quien Jesús amaba.
Tan pronto como Simón Pedro le oyó decir: «Es el Señor», se puso la ropa, pues estaba semidesnudo, y se tiró al agua.8 Los otros discípulos lo siguieron en la barca, arrastrando la red llena de pescados, pues estaban a escasos cien metros[c] de la orilla.9 Al desembarcar, vieron unas brasas con un pescado encima, y un pan. 10 —Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar —les dijo Jesús. 11 Simón Pedro subió a bordo y arrastró hasta la orilla la red, la cual estaba llena de pescados de buen tamaño. Eran ciento cincuenta y tres, pero a pesar de ser tantos la red no se rompió. 12 —Vengan a desayunar —les dijo Jesús.
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», porque sabían que era el Señor.13 Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio a ellos, e hizo lo mismo con el pescado.14 Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber *resucitado.
—Nos vamos contigo —contestaron ellos.
Salieron, pues, de allí y se embarcaron, pero esa noche no pescaron nada. 4 Al despuntar el alba Jesús se hizo presente en la orilla, pero los discípulos no se dieron cuenta de que era él. 5 —Muchachos, ¿no tienen algo de comer? —les preguntó Jesús.
—No —respondieron ellos. 6 —Tiren la red a la derecha de la barca, y pescarán algo.
Así lo hicieron, y era tal la cantidad de pescados que ya no podían sacar la red. 7 —¡Es el Señor! —dijo a Pedro el discípulo a quien Jesús amaba.
Tan pronto como Simón Pedro le oyó decir: «Es el Señor», se puso la ropa, pues estaba semidesnudo, y se tiró al agua.8 Los otros discípulos lo siguieron en la barca, arrastrando la red llena de pescados, pues estaban a escasos cien metros[c] de la orilla.9 Al desembarcar, vieron unas brasas con un pescado encima, y un pan. 10 —Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar —les dijo Jesús. 11 Simón Pedro subió a bordo y arrastró hasta la orilla la red, la cual estaba llena de pescados de buen tamaño. Eran ciento cincuenta y tres, pero a pesar de ser tantos la red no se rompió. 12 —Vengan a desayunar —les dijo Jesús.
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», porque sabían que era el Señor.13 Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio a ellos, e hizo lo mismo con el pescado.14 Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber *resucitado.
Jesus restituye a Pedro
15 Cuando terminaron de desayunar, Jesús le preguntó a Simón Pedro:
—Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?
—Sí, Señor, tú sabes que te quiero —contestó Pedro.
—Apacienta mis corderos —le dijo Jesús. 16 Y volvió a preguntarle:
—Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
—Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
—Cuida de mis ovejas. 17 Por tercera vez Jesús le preguntó:
—Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: «¿Me quieres?» Así que le dijo:
—Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.
—Apacienta mis ovejas —le dijo Jesús—.18 De veras te aseguro que cuando eras más joven te vestías tú mismo e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos y otro te vestirá y te llevará adonde no quieras ir. 19 Esto dijo Jesús para dar a entender la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios. Después de eso añadió:
—¡Sígueme! 20 Al volverse, Pedro vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre Jesús y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que va a traicionarte?»21 Al verlo, Pedro preguntó:
—Señor, ¿y éste, qué? 22 —Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme no más. 23 Por este motivo corrió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino solamente: «Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?» 24 Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y las escribió. Y estamos convencidos de que su testimonio es verídico. 25 Jesús hizo también muchas otras cosas, tantas que, si se escribiera cada una de ellas, pienso que los libros escritos no cabrían en el mundo entero.
—Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?
—Sí, Señor, tú sabes que te quiero —contestó Pedro.
—Apacienta mis corderos —le dijo Jesús. 16 Y volvió a preguntarle:
—Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
—Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
—Cuida de mis ovejas. 17 Por tercera vez Jesús le preguntó:
—Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado: «¿Me quieres?» Así que le dijo:
—Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.
—Apacienta mis ovejas —le dijo Jesús—.18 De veras te aseguro que cuando eras más joven te vestías tú mismo e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos y otro te vestirá y te llevará adonde no quieras ir. 19 Esto dijo Jesús para dar a entender la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios. Después de eso añadió:
—¡Sígueme! 20 Al volverse, Pedro vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre Jesús y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que va a traicionarte?»21 Al verlo, Pedro preguntó:
—Señor, ¿y éste, qué? 22 —Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme no más. 23 Por este motivo corrió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino solamente: «Si quiero que él permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?» 24 Éste es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y las escribió. Y estamos convencidos de que su testimonio es verídico. 25 Jesús hizo también muchas otras cosas, tantas que, si se escribiera cada una de ellas, pienso que los libros escritos no cabrían en el mundo entero.
Me mata esta escena.
Vaya desayuno tenía preparado Jesús para Pedro.
Me imagino estando en lugar de Pedro. (Quizás llorando a moco suelto)
A veces llega la hora donde Jesús nos confronta con nuestro pecado.
Sin embargo, nunca lo hace para refregárnoslo en la cara. Jamás. (Eso nos gusta hacerlo a los demás, o no?)
Lo hace para restaurar y sanar nuestro corazón.
Y vaya que lo hizo con Pedro (Peiro´pa´los amigos) , si no me creen sigan de largo y lean los primeros capítulos de Hechos.
Lo hizo conmigo. Mejor dicho, lo está haciendo en este preciso momento.
Y está esperando por ti.
Quizás llegó el momento de tomar desayuno con Jesús.
Paz.
Gonzalo.