Toma mi vida en tus manos, oh Señor.
Soy el barro, rico en posibilidades por tu gracia, pero que mis propias fallas dejaron inútil.
Por lo tanto, quebrántame y aplica a mi corazón el agua de tu Espíritu.
Quita la resistencia de mí y hazme blando otra vez.
Con tus manos diestras dame la forma que te agrade, tal como el alfarero transforma el barro en un objeto útil.
Alfarero Maestro, eres el Dios de las segundas oportunidades. No te des por vencido en mi vida; hazme un vaso apto para tu honra.
Jeremías 18:1-6
2Tim.2:20-21