Como pastores trabajamos con iguales...hnos. iguales en dignidad, respeto y consideración; similares en luchas, dificultades, derrotas y victorias; similares en debilidades y necesidades.
Trabajamos con personas compradas por la sangre de Jesús.
Personas justificadas que están siendo santificadas y que, con toda certeza, serán glorificadas.
Personas que, en el proceso, Dios nos ha encargado guiar, alimentar, proteger, acompañar, consolar, exhortar y alentar con su poderosa Palabra.
En suma, no tenemos ningún derecho a señorear sobre ellos, ni se nos ha mandado cambiar su corazón, ese es el trabajo de Dios; no somos sus jefes, sino sus hermanos, no somos los que mandan, sino quienes servimos.
Solo somos hombres redimidos y llamados a servir a Dios atendiendo a nuestros hnos.
Vía: Pr. Iván Reyes.