24 enero, 2008

Un retrato del Cristo (O, cómo era Jesús??) 4ª parte

Como Jesús vivió en un planeta rebelde "por esencia" y con el pretendido libre albedrío de los humanos, tiendo a creer que a menudo se sintió como "pollo en corral ajeno". Cuando llegaban esos momentos, se apartaba para orar, como si quisiera respirar airè puro de un sistema de apoyo vital para poder seguir viviendo en un mundo contaminado. Pero, ojo, no siempre tuvo respuestas, (algo así como recetas de Nestlé) a sus oraciones. Leemos en Lucas que pasó toda la noche orando antes de escoger a los doce apóstoles, e igual le salió uno "pifiado". En Getsemaní oró primero para que se le quitara la copa del sufrimiento, pero sabemos que no fue así. Es precisamente esa escena del huerto donde vemos a un hombre "fuera de lugar", pero que resistió con todas sus fuerzas la tentación de librarse por medios sobrenaturales.

Una escena me parece magnífica para describir esta sensación de "en casa" y "fuera de lugar" al mismo tiempò. En una tormenta que ocurrió en el Mar de Galilea, la fuerza del agua era tan fuerte, que casi hunde la barca en la que Jesús... dormía!! Se paró y le gritó al viento y al agua (Sí. Leíste bien, al viento y al agua. Esa onda) ¿Qué clase de persona le grita a la tormenta como quién hace callar a un niño insolente?

Este "despliegue de poder" en medio de la tormenta ayudó a convencer a los discípulos que Jesús no era como los demás hombres. Pero creo que fue mucho más allá. "¿Quién es éste? va hasta las mismas profundidades de el misterio de la encarnación: Dios hecho hombre.

"Dios es suceptible" dijo un filósofo francés de apellido Maritain. Después de todo, Jesús se había dormido de puro cansado que estaba. Y esto es lo paradojal o derechamente "cuático": El Hijo de Dios era, excepto en este momento único del milagro, una de sus víctimas. O sea: AL CREADOR DE LAS NUBES LE LLOVIÓ ENCIMA. EL HACEDOR DE LAS ESTRELLAS SINTIÓ CALOR Y SUDÓ BAJO EL SOL DE PALESTINA. Jesús se sometió a las leyes naturales incluso cuando, hasta cierto punto, iban en contra de sus deseos ("si es posible, pasa de mí esta copa). Viviría y moriría según las leyes de la tierra.

Les comparto este pensamiento de John Dominic Crossan:

LLega, perfecto desconocido, a una aldea de la baja Galilea.
Lo observan los ojos fríos y penetrantes de los campesinos
que han vivido lo bastante al nivel de subsistencia
como para saber con exactitud la línea divisoria entre
pobreza e indigencia.
Parece un mendigo, pero sus ojos carecen del adecuado temor,
su voz del adecuado lamento,
su andar del adecuado arrastre.
Habla de la ley de Dios,
y lo escuchan más por curiosidad que por cualquier otro motivo.
Lo saben todo acerca de la ley y del poder, del reino y del Imperio,
pero conocen estas cosas en función de impuestos y deudas,
de desnutrición y enfermedades,
de opresión agraria y de posesión diabólica.
Lo que realmente quieren saber es qué puede hacer este reino de Dios
por el niño tullido,
por el padre ciego,
por el alma enloquecida que grita su atormentado aislamiento
entre los sepulcros que señalan los límites del pueblo.
Los vecinos de Jesús descubrieron muy pronto lo que él podía hacer en beneficio de ellos. Hizo caminar al niño tullido y ver al padre ciego, e hizo salir los demonios del alma enloquecida entre los sepulcros. Cuando Jesús inició su ministerio de sanidad y enseñanza, sus vecinos se rascaron la cabeza y se preguntaron asombrados: "¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María? ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros?
Continará.