23 octubre, 2007

Saben ustedes qué es lo que distingue al Cristianismo de los demás credos???.....La gracia. Esto me lo dijo Daniel "Master" Svensson. Parte 2

Continuamos.


Una vez, Jesús fue a comer a la casa de Simón el leproso (la lepra es una enfermedad que no ha cambiado casi nada en estos dos mil años) En Palestina había leyes muy severas que te dejaban absolutamnete estigmatizado como leproso: ellos tenían que vivir fuera de la ciudad, además, tenían que gritar "Inmundo" antes de acercarse a alguien. Jesús PASÓ POR ALTO ESAS REGLAS y se sentó a comer con un hombre al que su propio nombre le recordaba su drama. Pa´más remate, mientras comían una mujer de mala fama derramó un perfume carísimo en la cabeza de Jesús. Marcos nos dice que Judas Isacriote se retiró indignado de esa cena para ir directamente a traicionar a Jesús con los líderes judíos.



Hay otra comida, la cual muchos confunden como si fuera la misma. Jesús también fue a comer a la casa de un Simón, y también llegó una mujer que ungió a Jesús con perfume, enjugó los pies con su cabellos y con sus lágrimas. Pero... este Simón, como buen fariseo, sintió asco por esta "indiscreción". Jesús le respondió de manera admirable pero cortante a la vez. Quizás esto nos ayuda a explicar por qué prefirió la compañía de "pecadores y publicanos" a la de ciudadanos respetables como Simón:



Lucas 7.44-47
44 Luego se volvió hacia la mujer y le dijo a Simón:
—¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para los pies, pero ella me ha bañado los pies en lágrimas y me los ha secado con sus cabellos.45 Tú no me besaste, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies.46 Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió los pies con perfume.47 Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonados.
Pero a quien poco se le perdona, poco ama.
Por lo menos en otra oportunidad Jesús fue donde otro importante fariseo. Estos pillos como "dobles agentes", lo seguían por todas partes y lo invitaban a comer para vigilarlo. De manera provocativa y a pesar de ser sábado, Jesús sanó a un hombre con hidropesía (retención de líquido en los tejidos) y luego planteó un fuerte contraste entre los banquetes de prestigio social de los fariseos y el banquete de Dios preparado para "los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos". Los evangelios no hablan de ninguna otra comida con "gente respetable" y se puede ver la razón: Jesús no era un invitado reconfortante.
Las últimas dos comidas que conocemos ocurrieron en las casas de "publicanos" o recaudadores de impuestos, una clase de gente impopular en todas las épocas, pero mucho más en tiempo de Jesús. Recaudaban impuestos en base a una comisión y se guardaban todo beneficio que pudieran sacarle a la gente. La mayor parte de los judíos los veían como traidores al servicio del Imperio Romano. La palabra publicano era sinónimo de ladrón, bandido y condenado. Los tribunales judíos no aceptaban las pruebas que aportaban los recaudadores de impuestos, y no se podía aceptar su dinero como limosna para los pobres, ni se podía utilizar como intercambio, ya que lo habían adquirido por medios tan despreciables.
En forma totalmente intencional, Jesús SE INVITÓ a las casas de dos recaudadores de impuestos. Cuando vió a Zaqueo, condenado a la soledad, tan enano que tuvo que subirse a un árbol para poder ver a Jesús, lo hizo bajar y le pidió quedarse en su casa. La muchedumbre mostró su descontento, pero Jesús descartó de plano sus quejas: "El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido". A otro publicano, Mateo, lo encontró en la mismísima mesa donde estaba cobrando los odiados impuestos. "Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos" dijo esa vez. (Sras. y Sres. ESTO ES GRACIA!!!!!)
Seguimos mañana.
Gonzalo.